Easter Sunday March 31, 2024 by Rosalie Otters Isaiah 25:6-9
I recently discovered my son’s baby cup in a small built-in dining room china closet, badly tarnished to a dirty gray. After much elbow grease the forty-five-year-old cup gave up its secret, a bright silver etching of a Noah’s ark, surrounded by a variety of animals. As in Noah’s time we live in a tumultuous era. Our environment is rapidly and uncontrollably changing, even as forest fires, tornadoes, blizzards, hurricanes and floods take over more and more of our lives. We want to believe that we have been given a mandate to rule over nature’s riches, yet desolation and destruction follow our creation attempts. There is an environmental tarnish covering us all, no matter who we are or where we live. Under our care the earth has lost its vitality, and we see decay and death surrounding us. Isaiah encourages us to look again. Underneath the tarnish are the faint outlines of an enchanted world, a world as God has made it, where God’s Community of Saints rule a new Garden of Eden, the lion sits down with the lamb, and nature once again moves in harmony with all people and living things. In this world beyond time, we are offered a glimpse of eternity. The hope of Easter is to take the next step toward this vision by following Jesus’s lead. He shows us how the impossible becomes possible.
“And he will destroy on this mountain the shroud that is cast over all peoples, the sheet that is spread over all nations; he will swallow up death forever.” (Isaiah 25:7)
Rosalie Otters is a retired Presbyterian, U.S.A. minister (Grace Presbytery); Emerita Professor of Social Work and Gerontology, University of Arkansas at Little Rock; Environmental Stewardship Committee member, Second Presbyterian Church, Little Rock. Traducción: Gloria D. Lozada De Jesús Isaías 25:6-9
Recientemente descubrí la taza de bebé de mi hijo en un pequeño armario empotrado del comedor, muy deslustrada y de color gris sucio. Después de mucho esfuerzo, la taza de cuarenta y cinco años reveló su secreto: un brillante grabado plateado del arca de Noé, rodeado por una variedad de animales. Al igual que en los tiempos de Noé, vivimos en una era tumultuosa. Nuestro ambiente está cambiando rápida e incontrolablemente, incluso cuando los incendios forestales, los tornados, las tormentas de nieve, los huracanes y las inundaciones se apoderan cada vez más de nuestras vidas. Queremos creer que se nos ha dado el mandato de gobernar las riquezas de la naturaleza, pero nuestros intentos de creación resultan en desolación y destrucción. Hay una mancha ambiental que nos cubre a todos, sin importar quiénes seamos o dónde vivamos. Bajo nuestro cuidado la Tierra ha perdido su vitalidad y vemos como la decadencia y la muerte nos rodean. Isaías nos exhorta a mirar de nuevo. Debajo de la mancha están los vagos trazos de un mundo encantado, un mundo que Dios ha hecho, donde la comunidad de sus santos gobierna un nuevo Jardín del Edén, el león se sienta junto al cordero y una vez más la naturaleza se mueve en armonía con todas las personas y los seres vivientes. En este mundo más allá del tiempo, se nos ofrece un vistazo de la eternidad. La esperanza de la resurrección es dar el próximo paso hacia esta visión, siguiendo al líder Jesús. Él nos enseñó que lo imposible se vuelve posible.
“Allí él quitará la nube de tristeza, la sombra de muerte que cubre la tierra. ¡Él devorará a la muerte para siempre!” (Isaías 25:7-8 NTV) Rosalie Otters es una ministra retirada de la PCUSA (Grace Presbytery); Profesora Emérita de Trabajo Social y Gerontología de la Universidad de Arkansas en Little Rock, Miembro del Comité de Mayordomía Ambiental de la Second Presbyterian Church en Little Rock.
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